Primera red ciudadana libre de Barcelona para la internet de las cosas
La revolución de la internet de las cosas no solo está pensada para usos institucionales o industriales como el control de los semáforos según el tráfico o la vigilancia por cámaras conectadas a internet, los ciudadanos también quieren hacer suya la innovación y comenzar a gestionarse sus propios servicios o aparatos conectados. Ahora son los internautas más innovadores, muchos de ellos vinculados al movimiento ‘maker’, aquellos que siempre están en la primera fila de las novedades, quienes están montando sus propias redes de gestión, libres, compartidas y autosuficientes. Son las’ things networks’, y en Barcelona y el Maresme están preparando la suya para el próximo verano.
Aunque los usos del proyecto en Cataluña son experimentales y aún no están muy definidos por el estado inicial de la infraestructura, en la mente de todos los participantes están proyectos de ciencia ciudadana, como mediciones de elementos contaminantes o proyectos de huertos urbanos, o pequeñas infraestructuras para pruebas de proyectos de emprendedores.
En Amsterdam, donde este verano se montó la primera ‘things network’ del mundo, una de las aplicaciones ha sido monitorizar el nivel de agua de los canales o puertos para saber si se inundan los barcos particulares. Otra, controlar las bicicletas que abundan en la ciudad para saber si alguien las ha robado o movido sin permiso. Y algunas empresas lo están incorporando a su modelo de negocio monitorizando objetos que son prestados o alquilados a otras personas.
Técnicamente, la red está basada en tecnología LORA o LORAWAN (acrónimo en inglés de red de área amplia de baja potencia), más barata, demayor alcance y menor consumo que las redes wifi o 3G actuales y pensada para transmitir volúmenes muy pequeños de datos. En Amsterdam, han bastado 10 antenas para conectar toda la ciudad, porque los organizadores cuentan con que una antena cubra un radio de dos kilómetros cuadrados.
“Es una tecnología que sirve para transportar muy pocos datos y consume muy poco. Los primeros equipos comerciales costaban unos 1.200 euros cada uno, y ahora, montándolos uno mismo salen por 200”, afirma Wouter Tebbens, impulsor de la iniciativa en Barcelona y fundador del Free Knowledge Institute, una entidad que promueve el compartir conocimiento entre los ciudadanos.
GUIFI.NET
Está cogiendo impulso gracias a la colaboración con Guifi.net, la red libre catalana nacida para llevar internet a localidades rurales donde los operadores no querían desplegar, que afirma que “comparte valores” con la red holandesa. “Los sensores van a ser la próxima revolución para controlar el aire, la temperatura… y poder actuar sobre ello”, explica Lluís Dalmau, coordinador de Guifi.net.
La red catalana, que acaba de recibir un premio de la Comisión Europea como modelo innovador en financiación, negocio e inversión, les ha habilitado una lista de correo para coordinar la iniciativa y ofrece apoyo. La lista cuenta con una cuarentena de voluntarios que han dado dinero para comprar equipos y participar en la gestión, de forma gratuita, con programas y hardware libres, e información que viaja cifrada.
«Tenemos gente acostumbrada a trabajar en red y que conoce puntos estratégicos de despliegue”, señala Roger Baig, miembro del colectivo, que ha estado recientemente en Bélgica conociendo una experiencia de ‘thing network’. “Era interesante porque allí colaboran con ayuntamientos y administraciones para mantener la red”, afirma. Para Baig, el futuro de una red ciudadana de internet de las cosas pasa porque haya un modelo sostenible “más allá de los voluntarios”.