En Peñafiel, Valladolid, hay quienes quieren revolucionar el cultivo de vino con drones
«Podemos saber en un día lo que un agricultor tarda en aprender años sobre su viñedo«. Así se presenta Hemav, la empresa puntera en drones en España. Mientras un dron de un metro de diámetro sobrevuela los campos con un zumbido especialmente perturbador (semejante al de una avispa gigante), vemos cómo analiza los campos de Peñafiel (Valladolid) y transfiere en directo los datos a un ordenador portátil.
Esta tecnología es otro paso dentro de la agricultura de precisión, donde ya convivían satélites que supervisan los campos hasta GPS instalados en los tractores. Ahora han llegado los drones para dar más herramientas a los agricultores con las que convertir los campos en un espacio más sostenible y respetuoso con el medio ambiente (además de más modernos).
Así es como poco a poco cada vez más bodegas se están apuntando a la tecnología drone. Pero… ¿qué hacen exactamente una vez que están ahí arriba?
Qué hacen los drones cuando están en el campo
A pesar de que el concepto de usar drones en la viticultura nos puede parecer algo novedoso, la tecnología que usan existe desde hace varias décadas. Hasta ahora en la agricultura de precisión se usaban satélites de teledetección que captaban imágenes del cultivo para encontrar posibles problemas en este. Ahora se le unen los drones que, al realizar vuelos bajos a unos 120 metros como máximo, consiguen imágenes en alta resolución y de forma más precisa que los satélites.
Los drones especializados para agricultura llevan incorporados dos tipos de sensores en las cámaras, los RGB y los multiespectrales y térmicos. Los RGB obtienen imágenes de alta precisión que permiten hacer un levantamiento topográfico del terreno o saber la altura de las plantas. Dan una visión más «física» del terreno. Su utilidad reside en las inspecciones de campo, vigilancia o peritajes en seguros agrarios.
Los multiespectrales y termográficos obtienen imágenes en infrarrojos que permiten conocer el estado de la planta: si tiene estrés hídrico, carencia de algún fertilizante, si necesita algun tratamiento sanitario, de abonado, de riego, o si la planta está siendo atacada por alguna plaga o enfermedad.
Para obtener los datos más acertados posibles los vuelos deben realizarse en las horas más centrales del día, evitando en lo posible las sombras en los cultivos. Lo más común es realizar varios vuelos a lo largo de unos meses y estaciones para observar la evolución de un viñedo.
En el extranjero se han probado drones para regar o esparcir insecticidas en parcelas muy grandes. En este caso el dron requiere ser de mayor tamaño y con una gran capacidad de carga, paso que todavía no se ha realizado en España.
Así es el dron en acción
Para ver el drone en el campo de batalla hemos decidido acercarnos a las bodegas de Protos, donde usan esta tecnología desde hace un par de años. La empresa que lo gestiona es Hemav, una de las pioneras en España y más relevantes a nivel europeo.
Cuando hablamos con el Director General de Protos, Carlos Villar, se muestra muy convencido con su apuesta por los drones, pero nos aclara que no es por los drones en sí, que puede resultar muy vistoso, sino la tecnología que proporcionan.
Después de dos años utilizando los drones, han comprobado que «les proporciona infomación más detallada, la cual les permite trabajar planta por planta«. Esto hace que sean más eficientes respecto a sus recursos y más sostenibles, uno de los objetivos a la hora de usarlo, a parte de buscar la calidad máxima
También reconoce que al principio no daban una información muy útil, no era exacta del todo. Pero posteriormente trabajando aprendieron que uno de los problemas es el «exceso de información que proporcionan». Es necesario saber interpretar esos datos y seleccionar lo que necesitas saber.
Pablo Morán, Director de Agrodato, que trabajan con Hemav para Protos nos lo confirma también. Al principio, «es fácil la apertura de clientes, lo complicado es que se queden, después debe haber mucho trabajo de formación para tener capacidad de interpretar esos datos para ver la utilidad de los drones».
En el sector existe mucho interés en esta tecnología, pero como es complicado convencer al agricultor de los beneficios a largo plazo. Ante esto, Pablo nos explica que para mostrar las capacidades al profesional agrónomo, en un primer vuelo les enseñan cómo son «capaces de ver cómo es la finca, los movimientos de tierra, patrones que ha habido con anterioridad, y todas sus variables sin haber pisado la finca nunca, ni haber pasado años trabajando en ella».
Creando modelos predictivos, y de la mano con el agricultor, se pueden crear varias estrategias a seguir respecto al cultivo.
¿Utilidad o marketing?
«La información es poder», es el lema de las empresas que se dedican a la agricultura de precisión. Abogan que de cuanta más información disponga el técnico agrario, mejores decisiones podrá tomar respecto a los cultivos. Tendrá la posibilidad de tomar medidas de forma anticipada y localizada. Poner en manos del operario el poder comprobar de un simple vistazo a un mapa dónde funcionan cierto tipo de producto o no, les podría facilitar mucho el trabajo a largo plazo.
El objetivo final de esta recogida de datos es conocer cuándo es el mejor momento para regar, poner la cantidad justa de agua, o racionalizar el gasto de fertilizantes, fitosanitarios o semillas. Lo que supone un ahorro significativo de cara al futuro, además de ser más sostenible y respetuoso con el medio ambiente (dos exigencias cada vez más grandes en el sector). Y precisamente ese tratamiento diferenciado de la parcela es lo que puede suponer un ahorro importante en tratamientos o abonados para los agricultores.
Nos pusimos en contacto con una bodega de La Rioja que había usado los servicios de una de estas empresas (sus responsables prefieren guardar el anonimato) y nos contaron brevemente sus resultados personales con los drones.
Explican que «los resultados no fueron rentables, no daban los datos con la exactitud que esperábamos». Asegurando que conocían los viñedos como la palma de su mano, tras muchos años trabajando con ellos, la información que les proporcionaban los drones no era rentable por el precio que les proponían por vuelo, que pueden rondar entre los 200-300 euros, dependiendo de la empresa (que en España, no son pocas para elegir).
Y ese es el ambiente que se respira respecto al tema, al menos en La Rioja, como nos cuentan desde UAGR: los drones se ve más como cosa de investigación y de promoción de bodegas, que como aplicación práctica (y rentable) que pueda ser útil para los agricultores. «Aún así, en la UAGR entendemos que todas estas nuevas tecnologías tarde o temprano tendrán que adaptarse ‘a pie de campo/viña’, así que estamos atentos a su aplicación al sector agrario».
Adaptarse o morir
Esa es la batalla constante entre centros de investigación y técnicos agrícolas. Como decía Carlos Palomar (Presidente de la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible, PTAS), “estamos acostumbrados a ver la tecnología en el día a día, en nuestra mano, pero en la alimentación y la agricultura hay cierto miedo”, refiriéndose a la tecnología mecánica, además de la biogenética.
Por una parte, las empresas achacan la lenta evolución de las innovaciones agrícolas a la falta de información y formación de los agrícolas y la poca comunicación que existe entre ambos. Por otro lado, la realidad es que los agricultores y las cooperativas sólo pueden permitirse estos nuevos enfoques si ven la posibilidad de rentabilidad al incorporarlo, además de si se lo pueden permitir económicamente, pues la innovación no es barata.
El reto, en definitiva, es crear una comunicación real entre los colectivos agrícolas y centros de investigación y datos, convencerlos. Sergio González, de Smart Rural, nos contó que hace tiempo costó mucho incluso convencer de poner un GPS en los tractores a los agricultores, el cual a día de hoy prácticamente todos tienen incorporados. Ahora intentan convencer poco a poco de estas nuevas tecnologías a sus clientes.
Reconocen que convencer a un agricultor que deje de hacer lo que ha estado haciendo durante los últimos 20 años y que lo desvíe para hacer caso a un app donde le llegan los datos es complicado. Y cambiar la mentalidad mediante la cual ahora el consumidor prima la calidad, también.
En España vamos más lentos
En España la tecnología de drones va más despacio que quizás en el resto de Europa o Norteamérica, en parte, según explica Carlos Tarragona, biólogo y uno de los fundadores de Drónica Solutions, por la legislación que impone limitaciones muy restrictivas al uso de drones. Algunas como son una altura máxima de vuelo a 120 metros, no sobrevolar el casco urbano ni volar en un radio de 8 a 15 kilómetros de los aeropuertos (dependiendo de cómo sean estos) y no pueden separarse más de 500 metros del punto donde está el piloto.
Poco a poco está permeando en los campos riojanos, aunque todavía a cuentagotas, pues el agricultor se fía más de su experiencia que de los datos. Y ese es el choque que permanece entre la tecnología innovadora y los agricultores, demostrar que esa toma de datos y la racionalización de los gastos puede resultar un beneficio real en el futuro.
Otro punto a tener en cuenta es que los campos españoles no son tan extensos como lo son en el extranjero. Los drones son útiles al cubrir grandes distancias, y en un espacio limitado, quizás no sea tan rentable.
Un buen ejemplo de ello son las Bodegas Juan Carlos Sancha, localizados en La Rioja. Juan Carlos nos comenta que ellos han usado drones sólo a nivel de márketing, para realizar grabaciones de los viñedos, pero no se lo plantearon para reconocimiento de terreno pues solo tienen 9 hectáreas, 45 parcelas en total: «Un dron tiene más sentido en terrenos de 20-100 hectáreas, para cubrir grandes terrenos, pero nuestros viñedos son pequeños y no lo veíamos rentable»
Desde la Comisión Europea tienen claro que se debe mejorar la eficiencia y sostenibilidad en la agricultura al vivir en un clima de rápida transformación, en el que los últimos tres años han sido los más calurosos, y debe ser ayudada tanto en la mecanización y la robótica, al igual de la biotecnología. Y los drones son otro pequeño paso para ayudar a optimizar los recursos que tenemos.