El big data que revoluciona el tenis
Los analistas de datos del Abierto de Australia ya trabajan con reconocimiento facial de tenistas para generar patrones que anticipen si un jugador ganará el siguiente punto de acuerdo a su enojo o alegría. La base de datos consta de 1.733 imágenes faciales de hombres y mujeres que corresponden a videos de 505 partidos. Las expresiones se dividen en siete categorías diferentes. La fase beta del proyecto indica que un Rafa Nadal contrariado tiene altas posibilidades de perder el siguiente punto, mientras que un Roger Federer exultante, sube un 19 por ciento las chances de ganar la próxima pelota. El éxito de una revolución puede juzgarse por sus logros, sus cambios de época y por lo que inspiran a futuro. La revolución de los datos en el Abierto de Australia merece que se la reconozca por sus intenciones y su gran ambición.
Tennis Australia lanzó un «hackaton» global para que más de 600 analistas de todo el mundo procesen millones de datos que son los «desechos» del Ojo de Halcón. Como instrumento creado únicamente para determinar si la pelota entró o no, el Ojo de Halcón produjo en su combinación de imágenes de la pelota en 3D y las posiciones de los tenistas en 2D, un flujo de big data que nunca nadie analizó. Como si fueran millones de gigas producidos en alta calidad que se descartan porque lo único que se quería era generar un meme. El «hackaton» tiene como hipótesis determinar si existe algún modo de predecir cómo termina un punto según el seguimiento de los datos. Esa predicción permitiría, según los científicos, comprender cuál es el gasto físico de un tenista cuando compite y cómo lograr el entrenamiento necesario.
Acá gana el centro de la escena un ausente ilustre: Andy Murray. Un estudio de Stephanie Kovalchik, investigadora de Victoria University y miembro de GIG, encuentra relación en el deterioro físico de los tenistas con la cantidad histórica de games jugados en cemento, la superficie que más daña a los profesionales. Kovalchik demuestra que los tenistas de esta época llegan a los 10.000 games en cemento a una edad más temprana que en la década del 70. El promedio actual indica que acumulan esa cantidad a los 27,6 años, mientras que hace cuatro décadas lo hacían a los 32,6. Andy Murray sería víctima de esa exigencia. Kovalchik se pregunta en su trabajo si los tenistas no deben adecuar sus entrenamiento y calendarios no a la necesidad del circuito, sino al esfuerzo ya hecho durante su carrera.
Desde @TennisAustraliaGIG en Twitter se puede observar el Abierto de Australia con una perspectiva estadística que complemente las transmisiones televisivas y las crónicas de los medios. Los análisis de las métricas no solamente le dan otra profundidad al juego y conocimiento para los entrenadores del rendimiento de los jugadores. También capturan más la atención de una audiencia que cuando abraza los datos, lo que hace es comprometerse más con el deporte que los apasiona.
La revolución de los datos que propone Tennis Australia ya puede ser juzgada por sus intenciones. Pero con una certeza: la manera de analizar el juego ya cambió para siempre.
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