COVID-19, big data y privacidad
En el 2009 se descubrió el virus de la gripe H1N1 , antes de que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos lo hubieran detectado mediante aplicaciones de Big Data.
Unos ingenieros de Google publicaron un artículo en Nature en el que explicaba cómo este gigante de Internet podía predecir con el tratamiento del big data de su buscador la propagación del virus, gracias a las consultas de sus usuarios sobre temas relativos a los indicios de esta enfermedad.
No cabe duda de que con la alianza entre el tratamiento de los «datos masivos» y la inteligencia artificial la técnica nos ofrece una impresionante herramienta para la previsión y, en su caso, solución de muchos problemas. Pero a nadie se le oculta que, junto a esta espectacular virtualidad de la tecnología, se abren no pocos retos sobre el manejo de los datos que los ciudadanos ponemos a disposición de Internet con mayor o menor advertencia.
Con motivo de la emergencia sanitaria que nos ocupa y preocupa se están poniendo todos los medios posibles para minimizar la tragedia ocasionada por la pandemia del COVID-19. Y en el conjunto de medidas que se están promoviendo por el Gobierno ha saltado a la opinión pública la puesta en marcha -en virtud de la orden de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial SND/297/2020, de 27 de marzo– de una serie de aplicaciones digitales dirigidas, de una parte, a ofrecer a los ciudadanos canales de información fiables, y, de otra parte, a «contar con información real sobre la movilidad de las personas en los días previos y durante el confinamiento». Para el logro de este último objetivo, la citada secretaría de Estado va a poner en marcha, a través del cruce de datos de los operadores de telefonía móvil, de «manera agregada y anonimizada», el análisis de la movilidad de las personas antes y durante su confinamiento.
Según la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), los datos anonimizados imposibilitan la asociación de los datos con las personas siempre que se adopten garantías precisas sobre privacidad.
El rastreo de movimientos a través de las telecomunicaciones móviles parecer ser que ha sido utilizado con éxito en países como Corea del Sur y Singapur para la vigilancia de la pandemia. Previamente, Madrid y Cataluña están utilizado aplicaciones que permiten la geolocalización de los contagiados por el COVID-19.
Para salir al paso de bulos relacionados con este tema («todos nuestros móviles están controlado»), la AEPD ha publicado un informe sobre los tratamientos de datos en relación con el coronavirus.
Las aplicaciónes creadas para dispositivos móviles, serán las encargadas de enviar y recibir números aleatorios a través de ondas de corto alcance, como podría ser el caso de tecnología Bluetooth, NFC o SSID. Estos envíos se realizarían a dispositivos cercanos, con la aplicación instalada, y se basarían en la premisa fundamental de necesitar el permiso del usuario para su funcionamiento.