¿Cómo deben ser las ciudades inteligentes?
Países en desarrollo como Colombia están ante el reto de tener urbes conectadas e inteligentes para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Pero no hay fórmulas mágicas para lograrlo.
Que una luz se encienda al paso en una calle cualquiera, un mensaje de texto alerte que la batería del automóvil está baja o trabajar desde Bogotá para una oficina virtual en Chicago o Shanghái al mismo tiempo, son sueños realizables en Colombia a través de las ciudades inteligentes.
Suena como de película de ciencia ficción, pero son características que ya disfrutan capitales de países desarrollados. Las ciudades inteligentes tienen la proyección de consolidarse en el 2020, pero el reto es gigantesco para países en desarrollo. De acuerdo con Guo Ping, de Huawei, para el 2025 habrá más de 100.000 millones de conexiones entre personas y dispositivos y de dispositivo a dispositivo, y por ende, la conectividad entre los 7.000 millones de personas en la Tierra sólo representará el 10 % de su total. Eso significa que el reto se concentrará en el despliegue de las redes.
Para Mario Castaño, de Cintel, “una ciudad digital o inteligente es aquella que es capaz de identificar sus necesidades prioritarias apalancándolas sobre usos adecuados de TIC, para crear, organizar, recopilar y analizar información que le permita alcanzar eficiencia y productividad para sus ciudadanos”.
Una vez más, los expertos coinciden en que los detalles marcarán las diferencias. Por eso, esta semana se desarrollará en el Hotel Wynham Bogotá Art el Foro 3C, que hace parte de una estrategia conjunta entre el Gobierno y la empresa privada para contextualizar a los gobernantes colombianos en la urgencia de implementar planes TIC acordes con las necesidades de cada urbe, en especial en temas coyunturales como los Planes de Ordenamiento Territorial.
Para expertos de la empresa Cisco, la clave para tener ciudades inteligentes en contextos como el colombiano radica en la optimización de los recursos. Es vital que las autoridades dimensionen los beneficios que puede generar una digitalización de la urbe. Las ciudades inteligentes ofrecen semáforos con soluciones para los discapacitados.
Pero no se queda ahí. Se puede generar un ahorro del 35 % en luz, el uso eficiente del agua con acueductos sistematizados, evitar los embotellamientos, enlazar los centros educativos, fomentar la colaboración en la red médica y disminuir los índices de inseguridad.
Otra característica de las ciudades inteligentes tiene que ver con el análisis de los datos que arrojen la cantidad de dispositivos conectados a redes de cuarta y quinta generación. Para la empresa BSA, más del 90 % de los datos del planeta se crearon en los últimos dos años y en cuanto a las ciudades, indican que “los datos brindan a funcionarios municipales la capacidad de examinar los patrones de tránsito, ver dónde poner más estaciones de bicicletas públicas e identificar en dónde se necesitan más cajeros electrónicos”, por ejemplo.
El análisis de datos puede cambiar la forma como los ciudadanos conviven con su entorno. En los Emiratos Árabes Unidos, las nuevas herramientas de datos se usan para diseñar el primer edificio de energía positiva del mundo, que produce más energía que la que consume. El modelo se podría implementar mundialmente y crear un impacto en la huella de carbono global.
El potencial es gigantesco. Tanto como el reto que tendrán los gobernadores, los operadores y los propios usuarios. Pero tanto el Gobierno como el sector privado deben estar alerta para cerrar la brecha digital y cristalizar la visión de ciudades que mejoren la calidad de vida de sus habitantes. Por ahora, todo es una quimera sacada de películas de ciencia ficción.