Si desaparecen las abejas, ¿por qué no polinizar con drones?
24/07/2017

Si desaparecen las abejas, ¿por qué no polinizar con drones?

Científicos del Instituto Wyss y de la Universidad de Harvard desarrollan mini drones que podrían, en un plazo no muy lejano, utilizarse para polinizar flores.

En febrero de este año, los agricultores de Murcia y la comunidad científica contemplaron con alarma la capa marrón que recubría los campos de la zona de Cañada de Gallego: eran millones de abejas muertas de la noche a la mañana sin que nadie encuentre una explicación.

La desaparición de las abejas es pavorosa: en España la población ha caído entre un 20% y un 25%, principalmente causado por el uso de plaguicidas que han sido prohibidos por la UE.

El problema no se ciñe a Europa, sino que sucede en todo el mundo. Y aunque sea una solución no deseada, ya hay científicos trabajando en una alternativa: mini drones que puedan reemplazar a las abejas.

Los mini drones no podrían recoger el néctar, pero sí realizar la polinización de la flores.

El Instituto Wyss y la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de Harvard desarrollan, desde el 2009, un prototipo que pueda replicar el valioso trabajo de estos insectos. El objetivo no es que estos mini-drones recojan el néctar para producir miel, pero que al menos puedan transportar el polen entre las flores y permitir su fecundación, una tarea que en caso de las desaparición de las abejas no habría forma tecnológica de realizar con eficacia.

Las RoboBee son unos pequeños drones de 80 gramos, de un tamaño menor a un clip, que cuentan con dos alas tan finas como un papel que pueden agitarse 120 veces por segundo, la misma velocidad con que las abejas vuelan y les permiten mantenerse en el aire mientras realizan el proceso de polinización.

Las RoboBee pesan menos de 100 gramos, y necesitarían una batería extremadamente liviana para desarrollar un vuelo autónomo.

Crear estos mini robots voladores es una proeza de la tecnología: las RoboBee no pueden tener tornillos ni tuercas porque serían muy pesadas. Para ser fabricadas los científicos apilan varias láminas de cerámica, fibra de carbono, titanio y plástico, las cortan con láser, y luego las unifican con bisagras de un tamaño microscópico. Los elementos se despliegan como si fuera un libro ‘pop-up’, similares a los dibujos troquelados de los libros infantiles, y el dron adquiere su forma definitiva.

Los científicos han logrado que estas abejas electrónicas puedan volar unos segundos y permanecer estables, pero hay un importante desafío sin resolver: cómo lograr que puedan volar en forma autónoma. Por ahora la energía llega por un finísimo cable, pero el objetivo del equipo liderado por Robert Wood es crear una batería que le permita tener independencia de movimientos ,pero que no sea demasiado pesada para impedirle levantar vuelo.

Los principales problemas de las RoboBee: la comunicación y el vuelo autónomo.

Otro problema al que se enfrentan es la comunicación entre los drones. Las abejas tienen un complejo sistema de danzas en sus vuelos que informan a sus congéneres de la presencia de flores en un prado. Como todavía el desarrollo de la inteligencia artificial está lejos de que los dispositivos puedan decidir dónde ir por su cuenta, alguien tendría que darle órdenes desde un comando central. Y poder incrustar un equipo de comunicaciones, liviano y diminuto, es otro campo en el que trabajan los científicos.

Las abejas, como otros insectos, son pequeños pero adaptan sus fuerzas y movimientos a la intensidad del viento o las corrientes de aire. ¿Qué puede pasar si un soplo más o menos fuerte arrasa con miles de mini-drones? Es otro dilema al que se enfrentan los investigadores.

Las RoboBee no sólo se podrían aplicar para polinizar flores. Si se desarrollara un sistema de comunicaciones, también podría servir para buscar personas desaparecidas en desastres naturales, o para investigar ambientes hostiles como las bocas de los volcanes o ambientes con alta acidez.

Claro, también las agencias de seguridad están a la expectativa si el desarrollo de estos mini-drones pudieran crear insectos espías, que con una cámara o un micrófono puedan grabar o filmar a insurgentes o terroristas. Pero por ahora esta última aplicación sigue en el terreno de la ciencia ficción.

 

Prev Post

Drones, la nueva amenaza del Estado Islámico

Next Post

La ciberseguridad un nuevo de terreno de juego para los clubes y los futbolistas

post-bars

Deja un comentario

Relacionados